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En 2015 comienza el enriquecimiento de Rocío Nahle: Pepe Yunes

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Mussio Cárdenas Arellano

* La denuncia de Pepe Yunes  * De la recolección para El Peje a las mansiones  * Manos libres, uñas largas  * Y lo que se va a saber

Hay que hurgar en las cuentas de Rocío Nahle, en los predios y mansiones, los dineros que tuvo en sus manos, los que provienen de la recolección para El Peje y los de la refinería de Dos Bocas. Y algo no cuadra ahí.

Hay que voltear al pasado. Remitirse a 2015. Hallar el punto en que inició su despegue político y su romance con el mundo político donde reinan las máximas de Hank y Garizurieta, la incitación a tener y al disfrute de las mieles del poder.

2015, dice Pepe Yunes, al que los suyos llaman “un veracruzano de verdad”, es el año en que la fortuna de Norma Rocío Nahle García crece y se dispara.

“Porque esto empieza a partir de que inicia su carrera política. Está fundamentado y sustentado y lo tiene que dilucidar y resolver la instancia correspondiente”, acusa el candidato del PRIANRD al gobierno de Veracruz.

Y acusa Pepe Yunes –José Francisco Yunes Zorrilla–, retomando a los medios de comunicación, y éstos al empresario Arturo Castagné Couturier, los bienes de la zacatecana suman 60 millones de pesos… en nueve años de carrera política.

Castagné, y Pepe Yunes, y el PRIAN, y los medios, tienen claro que las casas y los predios son de Nahle, la zacatecana a la que Morena postula para gobernar Veracruz, las que están a su nombre y la que dice rentar a su sobrina Maribel Hoyos Peña, una contratista de medio pelo en Poza Rica, cuyo costo, solo esa, se estima en 40 millones de pesos.

Son suyos los predios y las mansiones, las que aparecen a su nombre y las que detentan los prestanombre.

Es suya la casa de Coatzacoalcos, ubicada en el 1509 de la avenida 18 de Marzo, colonia María de la Piedad, un inmueble de buenas dimensiones pero nada sobresaliente entre la clase media del puerto del sur, aunque no dejan de preguntarse los asiduos a la vivienda cómo le hizo José Luis Peña Peña, el “esposo incómodo”, para aventarse tal construcción con su salario de funcionario petrolero, 2 mil pesos diarios, según el documento de jubilación.

Es suya la mansión del Country Club de Villahermosa, Tabasco, adquirida el 31 de enero de 2019, dos meses después de asumir la titularidad de la Secretaría de Energía en el gobierno del Supremo porro, Andrés Manuel López Obrador.

Es suya, vía su sobrina Maribel Hoyos Peña, la mansión de 40 millones de pesos en El Dorado, en la Riviera Veracruzana, municipio de Boca del Río, enclavada en una pequeña isla, rodeada de canales de agua, con muelle privado, protegida por un séquito de guaruras, todo un monumento a la ostentación y un mentís al rollo obradorista de la pobreza franciscana.

Y son suyos los predios adquiridos por Peña Peña, el “esposo incómodo”, y hasta un rancho en Tabasco, como el susodicho lengua larga vociferó en la reunión con ganaderos del sur, en Sayula de Alemán, apenas el 18 de febrero.

Y la suma da, por ahora, quizá sea más, 60 millones de pesos.

Y es el vértice de la denuncia penal interpuesta por Pepe Yunes ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción de la Fiscalía General de la República.

¿Y por qué en la FGR? Porque el enriquecimiento de la zacatecana, y su ostentación desmedida, se da cuando pasan por sus manos los dineros –más de 20 mil millones de dólares– para la construcción de la refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, Tabasco, que a la fecha, 21 meses después del montaje armado por Nahle para su inauguración, el 1 de julio de 2022, no produce ni una gota de combustible.

Su caso es materia federal. Su declaración patrimonial como funcionaria del gobierno de la República, omite bienes que van surgiendo a medida que Castagné la exhibe, que la prensa los ventila, que Pepe Yunes los retoma.

Masacrada en la prensa nacional, en las redes sociales, desde la oposición y entre los morenistas, Rocío Nahle sólo lanzó un exabrupto fugaz: Pepe Yunes tiene una doble moral, pública y privada, y lo demandará por daño moral después de la elección del 2 de junio… si es que gana. Pero si pierde, Nahle irá a prisión.

2015 fue un año clave, como cita Pepe Yunes. Vapuleada tres años antes en la elección presidencial de 2012, cuando intentó ser diputada federal por Coatzacoalcos, abanderada por el Partido de la Revolución Democrática, finalmente halló la senda de la victoria pactando con las corrientes priistas locales.

2015 le significó ser coordinadora de la Fracción Parlamentaria de Morena en la Cámara de Diputados y el caballo de batalla de Andrés Manuel López Obrador en la Comisión de Energía.

Había que verla disfrazarse de petrolera, sin serlo; llevar casco de Pemex, usurpando esa condición; reclamar por el naufragio de Petróleos Mexicanos como si Peña Peña, el “esposo incómodo”, no hubiera sido cómplice desde su condición de funcionario del área de Mantenimiento en el Complejo Petroquímico de Pajaritos, y denunciar la corrupción a la que no se debieron prestar.

Aquel año 2015, Rocío Nahle fue el motor del mesiánico Peje en su asalto al poder desde Veracruz. Le acercó recursos. Afinó estructuras, con financiamiento ilegal, recursos en sobres amarillos, desarrollando campañas ostentosas como si fueran fifí… hasta que el caso Eva Cadena –los videos difundidos por el periódico El Universal– detonaron un conflicto y la entonces diputada local Eva Cadena, sobre la que caía el lodo amigo, reveló que la verdadera y mayor recaudadora de López Obrador era Rocío Nahle García.

A Eva Cadena la lanzaron al infierno. De la recolección de dinero ilegal para la campaña estaban enterados todos: Nahle, Manuel Huerta, hoy candidato al Senado por Morena, y el entonces líder del grupo morenista en el Congreso de Veracruz, Amado Cruz Malpica, hoy alcalde de Coatzacoalcos.

Eva Cadena cayó en desgracia, fue denunciada, desaforada, destituida, perseguida y al final, pese al asedio de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, encabezada por Santiago Nieto, logró revertir el riesgo de cárcel. Y Rocío Nahle seguía feliz.

Premiada por servicios prestados a la causa, Rocío Nahle se convirtió en senadora por Morena, en 2018. Meses después, el Peje la encumbró a la Secretaría de Energía. Días más tarde, Nahle recibió los primeros miles de millones para la construcción de la refinería de Dos Bocas. Y cinco años después enfrenta el escándalo.

Pepe Yunes la denuncia por presunto enriquecimiento ilícito. En la acusación se vislumbra uso de recursos de procedencia ilícita, que alcanza a su sobrina Maribel Hoyos Peña, y lavado de dinero, evasión fiscal, incluso delincuencia organizada.

Y aún no tocan lo del penthouse en Villahermosa cuando Dos Bocas se comenzaba a erigir, ni otra propiedad en la Ciudad de México aunque en documentos oficiales Nahle solía citar como domicilio particular las instalaciones de la Secretaría de Energía, y hasta un departamento en Nueva York del que poco se habla.

Pepe Yunes sabe que Rocío Nahle no será gobernadora. No es veracruzana. Inclumple el requisito previsto en la Constitución de Veracruz de ser nativa de la entidad o hija de padre o madre veracruzanos. Sabe que no bastan los años de residencia que Rocío Nahle esgrime tener. Pero la denuncia va más allá.

Es un misil a la línea de flotación del proyecto Nahle. Es un golpe letal a la moral de Rocío. Es un obús que golpea su integridad. Si de Dos Bocas salió manchada, el escándalo de sus mansiones envía el mensaje que honesta no es.

Y hurguen en su pasado. Regresen el tiempo. Escudriñen en 2015. Investiguen a los mecenas, los dineros, la recolección. Sigan la ruta. Indaguen en los contratistas de la refinería, los compadres, los amigos de Peña Peña, los ex funcionarios de Pemex que luego aparecieron en ayuntamientos morenistas y ahora van a diputaciones.

Si le rascan, brotará pus.

La denuncia de Pepe Yunes es sólo el inicio.

mussioc4@gmail.com

www.mussiocardenas.com

Fotos: Porvenir, Los Políticos

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