Senado se sacude responsabilidades por el transitorio de la Ley de Amparo
Ciudad de México.- El Senado volvió a exhibir su rostro más confuso y obediente. La aprobación del artículo transitorio en la reforma a la Ley de Amparo —una cláusula que buscaba aplicar retroactividad en beneficio de decisiones del régimen— provocó una ola de deslindes, contradicciones y acusaciones internas que confirman lo evidente: nadie quiere cargar con el costo político de haber obedecido una orden incómoda.
En los pasillos del Senado, la versión es unánime: “alguien de arriba” dio la instrucción. Pero nadie dice quién.
La presidenta de la Mesa Directiva, Laura Itzel Castillo, intentó justificar la maniobra bajo el argumento de la “coordinación” con el Ejecutivo.
“Trabajamos de manera coordinada con el Ejecutivo; ambos poderes estamos en la misma línea del segundo piso de la Cuarta Transformación”, declaró.
Su frase lo dijo todo: el Legislativo no actúa como contrapeso, sino como una extensión del poder presidencial. Sin embargo, cuando se le cuestionó la inclusión del polémico transitorio, se contradijo. “En la minuta ahí está, y bueno, finalmente se va a eliminar esa cuestión”, dijo, dejando ver que ni siquiera domina lo que su propio Senado aprobó.
Por su parte, Javier Corral, presidente de la Comisión de Justicia, evadió la pregunta sobre quién escribió el transitorio y pasó la pelota: “Eso se lo tienen que preguntar a Huerta”.
El senador Manuel Huerta, señalado por presentar la reserva que lo incorporó, rechazó ser el “duende legislativo” que metió el texto por debajo del agua. “Dios me libre. Fue un ejercicio de debate interno”, dijo, aunque nadie cree que un transitorio de tal calado se haya improvisado “en el debate”.
Huerta también negó haber recibido línea de Ernestina Godoy o Arturo Zaldívar, los operadores jurídicos más influyentes de la Presidencia.
Desde la oposición, el diagnóstico fue contundente. El coordinador del PAN, Ricardo Anaya, afirmó que el transitorio “vino de arriba”. “Sólo ellos lo saben, pero todo indica que les dieron línea”, señaló.
Así, entre contradicciones, silencios y guiños al poder presidencial, el Senado deja al descubierto su subordinación política. Nadie asume la responsabilidad de una reforma que vulnera principios constitucionales, pero todos se alinean al discurso del “segundo piso” de la 4T.
La supuesta corrección que harán los diputados no borra el fondo del asunto: en el nuevo diseño del poder, legislar ya no es debatir, sino acatar.

