José Miguel Cobián
México estás enfermo.
Un primo muy querido, cuando estaba abrumado por sus problemas internos o externos, siempre acudía a invitarme un café y me decía ¨me voy a curar¨. Hablaba de sus inquietudes, y parecía que sus demonios internos se hacían más pequeños tan sólo por haberlos sacado a la luz.
Eso necesita nuestro país, ¨curarse¨ en una enorme sesión de terapia colectiva.
Enseguida te preguntarás ¿Qué le pasa a este loco que hoy comienza su artículo con estos rollos?
Como la intención es curar a México, te cuento de donde sale el diagnóstico: Hace diez minutos estaba leyendo un chat de amigos que se dedican a la medicina y o investigación forense. Uno de ellos compartió un enlace a un video, donde una persona estaba golpeando de manera inmisericorde a un par de niños. Algo que indignaría a cualquiera y que incluso, a hombres curtidos, que han visto sangre y miembros desgarrados por muchos años, les causó profundo pesar. Uno incluso confesó que las lágrimas de coraje e indignación corrieron por su rostro.
Las frases en contra del sujeto abusivo no se hicieron esperar. Hubo una, en la que varios estuvimos de acuerdo: ¨Ya quisiera yo que se lo entregaran a los narcos diez minutos¨…
A los pocos minutos reflexioné acerca de las profundas implicaciones que tiene esa frase. Los que hemos vivido en territorios controlados por el crimen organizado, sabemos lo que eso significa, y curiosamente, entendemos que la justicia criminal es mucho más efectiva que la justicia mexicana.
De ahí deriva la reflexión en el absoluto descrédito que tienen las autoridades mexicanas, ya sea alcaldes, gobernadores, presidente de la república, secretarios de estado, por mencionar algunos del poder ejecutivo, en los cuales, los mexicanos sabemos que no van a cumplir ni hacer cumplir la ley. De ahí pasamos al legislativo, diputados locales, federales y senadores, que también sabemos los mexicanos que responden a intereses particulares, de grupo y de facción, pero muy rara vez, responden a los intereses de sus votantes. Y si pasamos a la procuración de justicia, es decir, las fiscalías, sabemos que forman parte del poder ejecutivo, que no tienen presupuesto suficiente y que son susceptibles de corromperlas o infiltrarlas. Si vamos al poder judicial, los mexicanos entendemos que la justicia está en venta, que si el gobierno presiona a un juez, éste ya no va a cumplir cabalmente su función, y ahora con el lacayo Saldívar sabemos que la justicia está en venta, tal como suponíamos.
Y todo eso lo consideramos normal. Esta tan jodido el país, que algo que en un país civilizado sería un escándalo, en México lo vemos normal. No sólo es normal, sino que nos parece que lo merecemos, como si los mexicanos no mereciéramos un mejor país. Cómo si estuviéramos condenados a la mediocridad, a la corrupción y al eterno fracaso.
Ahora que estamos en tiempos electorales, vemos opiniones de los dos bandos, elevando a los altares a los candidatos propios, y condenando al infierno a los ajenos, cuando en realidad sabemos que todos tienen cualidades y defectos. Sabemos que no estamos escogiendo entre los mejores hombres y mujeres para gobernar el país, o para llegar a las cámaras, sobre todo por la vía plurinominal. Entendemos que hay opciones de excepción, gente decente, aspirando a algunos puestos, pero en la inmensa mayoría vemos la misma porquería de siempre. Políticos profesionales, enriquecidos en el ejercicio del poder, que buscan continuar medrando con los beneficios que ese poder otorga. Pocas opciones tenemos en las cuáles podemos decir ¨este joven, esta señorita, este señor, esta señora, son gente buena, gente limpia, gente nueva sin mancha, o ave que ya cruzó el pantano y no se ensució el plumaje.
Da pena ajena, escuchar a personas defender a políticos basura. Es vergonzoso escuchar que van a votar por tal o cual partido, porque les ha dado dinero. Suena estúpido leer que reclaman a tal o cual persona recibir una pensión que es universal, como si fuera privilegio de un grupo o partido. La dignidad del país es tan baja, que hay personas que son acarreadas, personas a quienes les pagan por asistir a un mitin, personas que son amenazadas si no votan por tal o cual partido o persona. Y lo ven normal… No se dan cuenta de que les están quitando su calidad de personas, quienes los obligan a actuar así. Defendemos la exclusión del otro, en lugar de entender que todos los mexicanos somos ¨nosotros¨, todos juntos con un mismo destino compartido.
México ahora ve como normal el horror del baño de sangre que vivimos día con día. Vemos normal el maltrato al que menos tiene. La sumisión comparable con esclavitud mental de muchas personas a cambio de unos cuantos centavos, sin importar el destino del país. Normalizar lo mediocre, lo malo, la incompetencia, la ineficiencia, la corrupción, el robo, el saqueo, etc., todos y cada uno de los males que sufre México, es traicionar a la patria. Es renunciar a aspirar un México mejor para ti, para mí, para todos.
México: ¡Estás Enfermo! Tienes que darte cuenta, porque ese, es el primer paso para sanar.
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