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El Baldón: México y su eterna decadencia.

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José Miguel Cobián


Nací en un país en el cual un grupo de bandoleros que ganaron una serie de guerras civiles, que ellos posteriormente denominaron como la gloriosa revolución mexicana, se apropiaron de las rentas y los ingresos de la mayoría de los mexicanos.

Esos bandoleros, además de dedicarse a saquear y robar el erario público, diseñaron un sistema político en el cual, cada facción tenía la posibilidad de llegar al poder y convertirse en los propietarios del país por un sexenio. Así, se instituyó un capitalismo de cuates, en el cual, los allegados al régimen se hicieron multimillonarios, también se estableció el privilegio para el ejército y un poco menos para la marina. Los altos mandos podían hacer grandes negocios con los proveedores del ejército, a cambio de la inquebrantable lealtad al emperador en turno.

Cada sexenio se cambiaba el destino del país, acorde a los intereses y a las ideas particulares del tlatoani sexenal. Cada emperador legítimo propietario de vidas y haciendas durante seis años, quiso dejar su legado, con lo cual, a pesar de la enorme corrupción reinante, el país avanzó. Pasó de ser un país atrasado y rural, a una economía media, urbana, y en los últimos años, a ser potencia exportadora.

Pero el mal y la decadencia jamás desaparecieron, avanzó la sociedad y avanzó la enfermedad. La extorsión que originalmente realizaban únicamente las fuerzas del orden, y gobernantes con poder, pasó a ser un negocio generalizado. La libertad de emprendimiento, es decir, la libertad económica, siempre ha estado coartada por los intereses de los grandes consorcios, los grandes socios del gobernante en turno. Socios que por cierto, llevan ya varios sexenios siendo aliados del presidente, sin importar si emana del PRI, del PAN o de Morena.

He visto salir al país del desarrollo estabilizador, durante el cual, las clases medias y trabajadoras prosperaron, al grado de que se veía a mexicanos que no solo eran empresarios, sino también empleados, viajando por el mundo. Luego llegó el neoliberalismo que hizo crecer la economía y también la desigualdad, cargando todo el peso del control de la inflación en los salarios, pauperizando a la clase trabajadora, de manera lenta pero inexorable, al grado de que a pesar de que, en el sexenio del tlatoani Obrador, el salario se ha incrementado de manera significativa, todavía México es el país con peores salarios de la OCDE. Algo que no sólo dañó la economía de los trabajadores, sino que impidió crear un mercado interno robusto.

Ahora veo al país inmerso en un populismo de derecha, veo al PRD que teóricamente representaba a la izquierda, desaparecido. Veo a un PRI con tendencia a desaparecer, y a un PAN que sufre la tentación de radicalizarse hacia la derecha, observando las tendencias internacionales en el mismo sentido. Veo un PT testimonial y un partido Verde muy acomodado (siempre se acomoda, sexenio tras sexenio), y, a un Movimiento Ciudadano que pierde fuerza en los estados que gobierna, pero que gana espacios en el área parlamentaria.

Sin embargo, una y otra vez, la decadencia del país aflora. Cada día podemos observar a más mexicanos que consideran la honradez, la decencia, la ética, como ideas antiguas que estorban en el mundo moderno. Vemos a más mexicanos tiran la basura dónde más les conviene, municipios completos contaminando las vías de agua del país, ríos y arroyos que muy pronto harán mucha falta. Veo a un México organizado en el centro, muy poblado en la zona que ocupaba el imperio tenochca y sus vasallos, y de ahí, poblaciones aisladas, mal comunicadas, y con un sureste muy atrasado en cuanto desarrollo económico y de bienestar social, comparado con el centro y el norte.

Una sociedad cada vez con menos valores éticos y cívicos. Una sociedad que agacha la cabeza y considera que es normal vivir con muy malos servicios públicos, una sociedad que no ama a su patria y no está orgullosa de ella, motivo por el cual la mancilla y explota como si fueran saqueadores que pueden volver a su lugar de origen, en lugar de entender que su patrimonio colectivo se llama México y tenemos que cuidarlo todos.

Negocios anti natura, como seguir talando bosques, contaminando mantos acuíferos, utilización de agroquímicos prohibidos en países avanzados. Autorización de medicinas para los mexicanos sin la calidad que merecemos. Instituciones que funcionan mal, no funcionan o se corrompen al mejor postor. Falta de legalidad y orden. En fin, cosas que en cualquier otro país civilizado causarían asombro y protestas enormes en los ciudadanos, aquí en México las vemos normales, nos callamos, y nos convertimos en los agachados de siempre.

México si no cambia en la manera de ser y pensar de los mexicanos, no va a salir jamás del subdesarrollo. Podremos ser un país rico, si es que los americanos así lo deciden, pero jamás seremos dueños de nuestro propio destino si no apostamos por la libertad, la legalidad, el orden, la ética y sobre todo el rechazo a lo incorrecto.

Al contrario, vemos normal que quién pueda aprovecharse de una posición de decisión o poder en el sector público o privado, lo haga, y se beneficie de manera indecorosa por el puesto que ocupa. Consideramos normal que los funcionarios públicos roben, o que los jefes de compras de empresas importantes pidan un moche por aceptarte como proveedor, y como sociedad no lo sancionamos. No hay valor ni conciencia civil. Tampoco hay unidad, cada mexicano vive en una selva, dónde a veces se puede integrar a una tribu, la cual lo traicionará y abandonará cuando así convenga.

Lo síntomas y signos de una sociedad decadente, han estado a la vista desde Miguel Alemán hasta Andrés Manuel López Obrador. Los monopolios, y los compadrazgos con el sector público le han hecho mucho daño a los mexicanos. No alcanzaría una biblia para llenar todos y cada uno de los abusos cometidos y aceptados. La decadencia de México es permanente.

Me hace gracia leer a quienes defienden a sus corruptos, y señalan a los corruptos de enfrente, cuando la corrupción en México, la violación a las leyes y reglas, y el abuso forman parte de la vida cotidiana y de la normalidad de los mexicanos.

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