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RAMÍREZ ZEPETA Y SU TEATRO.

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BARRA LIBRE.

Alfredo Quezada Hernández.

RAMÍREZ ZEPETA Y SU TEATRO.

En la entidad veracruzana el partido en el poder no logra el consenso, hacia el interior de dicho instituto político las luchas intestinas son muy visibles, las fracturas no tardan.

La elección de candidatos a las municipales será el punto de quiebre, los grupos se harán un lado ante el capricho de su dirigente. Muchos de los que buscan una candidatura no son morenos puros, son advenedizos que han sabido compenetrar en las filas de dicho negocio ante la complacencia, por no decir valemadrismo, de ese que presume ser dirigente estatal, el tal Esteban Ramírez Zepeta.

Los intereses son propios no de partido, las ambiciones no tienen límites como tampoco conocen la cordura.

Esos morenos olvidan que la forma es fondo, que hay tiempos de sumarse y hay tiempos de sumirse. Ellos quieren sus espacios a costa de lo que sea.

Son ambiciosos insaciables. Mentirosos y traicioneros.

Lo cierto es que el tal Esteban no es otra cosa que un mero espectador, un moreno sin carácter, sin liderazgo y falto de oficio político.

Ya está visto que al oriundo de Las Choapas ha sido ignorado, en días pasados el senador morenista Manuel Huerta, éste sí vio nacer al partido, lo puso en su lugar.

La dirigencia del tal Esteban es endeble, grisácea e insípida.

Sus malquerientes precisan que Ramírez Zepeta anda más ocupado en complacer a sus chamacos qué en enderezar al partido que dice liderar.

Huerta Ladrón a Deberás, perdón, de Guevara, también tiene lo suyo.

Recordemos que, a su lazarillo, el ex alcalde del vecino municipio de Emiliano Zapata, lo logró meter como diputado federal.

Un insípido personaje que en estos momentos acomoda sus escurridos glúteos en un cómodo sillón de San Lázaro.

El nombre del mediocre representante popular federal no vale la pena ni mencionarlo.

El naolinqueño también falsea de un remo, no vaya usted a pensar que por el hecho de militar «del lado correcto de la historia» ya está blanco como la nieve, no señores no vivan en el error.

En la entidad veracruzana, al igual que en otros estados, el partido en el poder está urgido de una verdadera limpia, la prioridad es darle la oportunidad a los que han dejado la zalea en el alambre, no como el protegido del ahora senador que, sin despeinarse, actualmente goza de una jugosa mesada. El turismo legislativo habrá de ser lo suyo.

Eso es cinismo no chingaderas.

Por lo mientras el tal Ramírez Zepeta ya arregla sus ropitas para irse a descansar unos días al puerto de Veracruz, esperando, según él, la llegada de las vacas sagradas del morenismo. Comentan sus allegados, que eso sí, acompañado de un séquito de esbeltos mozuelos.

No se vale más respeto.

La preferencia electoral aún se inclina a favor del partido en el poder, quizá de allí la apatía en que ha caído la dirigencia estatal.

Sin lugar dudas que los grupos habrán de exigir su cuota de candidaturas, todos estarán reclamando sus espacios por lo que eso de la tómbola no es otra cosa más que una pequeña parte de ese show llamado Cuarta Transformación.

Provecho.

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